Ya que el cerebro inconsciente está a cargo de la mayoría de las decisiones que tomamos y de nuestros comportamientos, la práctica del Mindfulness al comenzar el día nos permite alinear el pensamiento consciente con lo que el cerebro hace por sí mismo. Estas recomendaciones es bueno hacerlas de primero en la mañana, antes de ver el teléfono, las redes sociales y los correos.

1. Al despertar, nos sentamos en la cama o en una silla con una postura relajada; la espalda derecha pero no rígida. Cerramos los ojos y conectamos con las sensaciones físicas de nuestro cuerpo donde está sentado, los puntos de contacto de nuestro cuerpo con la silla o la cama, los pies sobre el piso, y donde descansan nuestras manos en ese momento.

2. Toma tres respiraciones, largas, profundas, nutritivas de oxígeno; respira por la nariz y espira por la boca. Luego solo observa cómo tu respiración asume su propio ritmo, tu solo lo sigues entrando y saliendo de los pulmones; nota cómo se levanta y luego baja el pecho y el vientre mientras respiras. Solo unos pocos minutos son suficientes.

3. Pregúntate a ti mismo: ¿cuál es mi intención para el día de hoy? Usa las siguientes sugerencias para ayudarte: a. ¿Qué calidad de mente quiero fortalecer y desarrollar? b. ¿Qué necesito para cuidarme mejor a mí mismo? c. En momentos difíciles que puedan presentarse ¿cómo puedo ser más compasivo con otros y conmigo mismo? d. ¿Cómo podría sentirme más conectado con mi entorno?

4. Establece tu intención para el día. Por ejemplo: “Hoy, seré bondadoso conmigo, seré paciente con los demás, seré generoso en el trato, me esforzaré en mantenerme centrado, comeré bien, me divertiré”.

5. A lo largo del día, verifica cómo vas. Haz una pausa, respira y revisa tu intención de hoy.

Nota como a medida que te haces más consciente de tus intenciones para cada día, la calidad de tus comunicaciones, relaciones y estado de ánimo, se elevan.

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Traducción de Gerardo Tálamo, PhD