Conoce tus detonantes de estrés

Principales tipos de estrés

El estrés es la respuesta del cuerpo a las exigencias del mundo; los estresores son eventos o condiciones a tu alrededor que pueden dispararlo y el cuerpo responde a ellos de manera diferente dependiendo de si el estresor es nuevo , agudo de corta duración o si ha estado a nuestro alrededor por un tiempo más largo, este último conocido como estrés crónico.

Estrés agudo: conocido también como la respuesta de “pelea o corre”, es la respuesta inmediata del cuerpo a una amenaza percibida. Esta respuesta es inmediata e intensa y, en ciertas circunstancias puede ser emocionante. Algunos ejemplos son el tener una entrevista de trabajo o recibir una multa por ir a alta velocidad. Un único episodio de estrés agudo, generalmente, no causa problemas en personas saludables. Sin embargo, el estrés agudo severo puede causar problemas mentales, tales como el trastorno de estrés post traumático. Y también puede causar dificultades físicas como dolor de cabeza tensional, problemas estomacales o situaciones de salud serias, como un infarto.

Estrés crónico: el estrés agudo leve puede realmente ser beneficioso, puede estimularnos a reaccionar, motivarnos o energizarnos. El problema surge cuando los estresores se acumulan y persisten; este estrés persistente puede a conducir problemas de salud, tales como dolor de cabeza e insomnio. La respuesta al estrés crónico es más sutil que al estrés agudo, pero sus efectos pueden ser más duraderos y más problemáticos. Gestionar efectivamente el estrés implica identificar y manejar tanto el estrés agudo, como el crónico.

Conoce tus estresores

El manejo efectivo del estrés comienza con la identificación de tus fuentes de estrés y desarrollando estrategias para manejarlas. Una manera de hacerlo es haciendo una lista de situaciones, preocupaciones o retos que disparan tu respuesta de estrés. Tómate un momento para escribir algunos de los asuntos tope que estás enfrentando ahora mismo. Notarás que algunos de tus estresores son eventos que te suceden, mientras que otros parecen originarse dentro de ti mismo.

Exasperaciones externas: son eventos y situaciones que te suceden, algunos ejemplos de esto son:

Cambios importantes en tu vida: estos cambios pueden ser positivos, tales como un matrimonio, un embarazo deseado o una nueva casa; o negativos, tales como la muerte de una persona querida o un divorcio. Entorno: lo proveniente del mundo a nuestro alrededor puede ser fuente de estrés; considera cómo reaccionas a ruidos repentinos, al ladrido de un perro o una habitación muy iluminada o a una totalmente a oscuras. Eventos impredecibles: de repente se presentan visitantes no anticipados o te suben el costo del alquiler o disminuyen tus ingresos repentinamente. Lugar de trabajo: elevado incremento de la carga laboral, innumerables correos electrónicos, plazos de entrega urgentes o un jefe muy exigente. Social: conocer nuevas personas puede ser estresante para algunos. Solo piensa en ir a una cita a ciegas y de repente empiezas a sudar, y las relaciones familiares, también pueden generan estrés, solo recuerda la última discusión con alguno de ellos. Las estrategias para manejar los estresores externos incluyen factores del estilo de vida, tales como una dieta saludable, ser físicamente activos y dormir lo suficiente, todo esto puede impulsar tu resiliencia. Otros pasos pueden ser pedir ayuda de otros, usar el sentido del humor, aprender a ser asertivos y practicar la gerencia del tiempo, así como practicar resolución de problemas. Considera cómo usas tu tiempo y energía centrándote en actividades que son importantes para ti y compáralas con el número de actividades en las que estás involucrado, y luego dices que no a nuevos compromisos.

Irritantes internos

No todo el estrés proviene de cosas que te suceden, mucho es auto-inducido. Estos pensamientos y sentimientos que brotan en tu cabeza y te causan desasosiego son estresores internos. Algunos ejemplos son:

Temores: comunes como el temor al fracaso, hablar en público o temor a volar. Incertidumbre y falta de control: pocas personas disfrutan de no saber lo que va a suceder o a no ser capaces de controlar lo que viene. Piensa en cómo podrías reaccionar cuando estás esperando los resultados de un examen médico. Creencias: estas pueden ser actitudes, opiniones o expectativas. Puedes ni siquiera pensar en cómo tus creencias modelan tu experiencia, pero estos pensamientos preestablecidos pueden predisponernos al estrés; por ejemplo, las expectativas que tenemos de preparar nuestra celebración familiar perfecta o cómo ascender en la escala profesional. La buena noticia es que tenemos la capacidad de controlar nuestros pensamientos. La mala es que nuestros temores, expectativas y actitudes han sido nuestras compañeros de vida por largo tiempo y, a menudo, incluyen replantearnos nuestros pensamientos y escoger una actitud positiva, retando nuestros pensamientos negativos, usando técnicas de relajación y hablando con un consejero o un amigo de confianza.

Dar el primer paso: reconocer un problema es el primer paso para resolverlo; comenzar por identificar y comprender la fuente de tu estrés es el primer paso para manejarlo mejor y esto no significa eliminarlo, el estrés es una realidad de la vida y eso es inevitable y puedes aprender a manejarlo.

Red de Noticias de la Clínica Mayo

Abril 27, 2019.

Gerardo Tálamo
Psicólogo, M.Ed., Ph.D.
Tutoría en Mindfulness, Coach Ejecutivo Certificado, C.C.L. Coaching Basado en Mindfulness