Sally Abrahams, reconocida autora norteamericana en el área de la salud de adultos mayores recientemente realizó una entrevista a Bob Linscott, instructor del Centro para el Mindfulness de la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts en los Estados Unidos. Linscott ha encontrado que el Mindfulness y la práctica de la meditación Mindfulness pueden ayudar a los adultos mayores a aceptar sanamente los retos de esa edad. El programa, de cuatro u ocho semanas que se ofrece en una comunidad de adultos mayores en Boston ha sido recibido con un gran interés por los residentes y se ofrece a lo largo de todo el año. La investigación ha mostrado los beneficios profundos del Mindfulness, tanto psicológicos, como fisiológicos, en la reducción del estrés, la depresión, el dolor y en el incremento del bienestar emocional.

Abrahams le preguntó a Linscott: “¿Cuáles son algunos de los aspectos del mindfulness en adultos mayores, que mejoran con la meditación?”.

Respuesta: “¡Todo! cuando la gente se hace mayor, tiende a rumiar preguntas como: ¿me voy a quedar sin dinero?, “¿qué me pasará cuando ya no pueda vivir en mi propia casa?”, “¿me moriré solo?”. Hay preocupaciones sobre cómo enfrentarán la muerte de su conyugue si muere primero, o tal vez, tengan ansiedad sobre la carga económica que le impondrían a sus hijos para atenderlos.

La meditación es como el “botón de pausa” que interrumpe el ciclo de la preocupación. Puede ayudar a los adultos mayores a aceptar los cambios en su cuerpo o el dolor crónico. Los pone en mayor control de sus vidas.

Pregunta: Cuando las personas meditan, se centran en el presente ¿Por qué es eso importante en las personas mayores?

Respuesta: Los mayores, con frecuencia, viven en el futuro con sus temores o atrapados en el pasado. Con el Mindfulness, puedes observarte a ti mismo y observar que “en este momento, estoy bien”. La meditación tranquiliza la mente, es como un calmante.

Eso es especialmente importante porque vivimos en un mundo frenético y fracturado por los estímulos y la tecnología, como los teléfonos inteligentes; pero no hay nada que nos apoye para poder estar tranquilos y calmados.

Pregunta: “Entonces ¿la meditación es una vía diferente de lidiar con el estrés?”.

Respuesta: ¡Sí! Estábamos acostumbrados a pensar sobre el estrés solo como un incidente amenazante para el que el cuerpo tiene que prepararse peleando o huyendo. Pero, a medida que envejecemos, el estrés también puede ser rumiar pensamientos y preocupaciones. Para gente de menor edad, el día a día de la vida se divide entre trabajo, hogar y transporte. Pero cuando se tiene mucho tiempo libre es muy fácil rumiar pensamientos. La meditación nos enseña a dejar eso, a trabajar con los pensamientos negativos y a cómo reaccionar al estrés. Aprendemos nuevos patrones de respuesta y allí empezamos a ver la transformación.

Y, adicionalmente, también nos enseña a ser más bondadosos y menos críticos con nosotros mismos. Mi esperanza es que cuando las personas empiecen a revisar sus preocupaciones y sus críticas, empiecen también a darse cuenta de eso y a recordar ser menos enjuiciadores. Esto es más difícil para las personas mayores porque han pasado su vida entera usando esos patrones; la meditación los ayuda a reducir la velocidad de esos patrones y a darse un minuto para reaccionar.

Pregunta: ¿Cómo ve el impacto de la meditación en sus clases?

Respuesta: Ha habido situaciones en las que la persona ya ha tenido una crisis de salud importante, como un tumor cerebral o cáncer de próstata; cuando les digo que no se preocupen por la asistencia a mis clases, me contestan diciendo “no, yo necesito eso ahora mismo” o “cuando estaba en la sala de cuidados intensivos, no dejaba que mi mente pensara que me estaba muriendo y, más bien, permanecía observando mi respiración”. Una señora de mi clase era muy impaciente cuando conducía su automóvil, y me comentaba: “yo acostumbraba a ser una mujer de 87 años que les tocaba la corneta a todos los conductores; ahora soy una señora de 87 años que respira y sonríe”.