Actitudes fundamentales del mindfulness 2: Dejar ir – Confianza – Paciencia

DEJAR IR – DEJAR PASAR

“La investigación sobre el cerebro muestra que lo que le es más difícil de hacer es dejar ir a los pensamientos” Jon Kabat-Zinn.

El dejar ir o el no apego es fundamental en la práctica del mindfulness y, posiblemente, una de las actitudes más difíciles de dominar. Cuando empezamos a practicar el poner atención a lo que experimentamos, encontramos que algunos pensamientos y sentimientos parece que hubieran desarrollado profundas raíces en nuestra mente. Y, como vimos en el texto sobre la aceptación, esto nos puede suceder, tanto con lo placentero, como con lo difícil. Queremos que lo agradable permanezca y que lo desagradable desaparezca.

Con la práctica del mindfulness tratamos de “desengancharnos” de la tendencia a rumiar pensamientos y sentimientos negativos y también a evitar el apego exagerado a lo grato. Dejar ir, dejar pasar, es dejar que las cosas “sean“ en su momento. Las experimentamos, las sentimos, si son gratas las disfrutamos con plena consciencia y si son ingratas, experimentamos el dolor, el desagrado y, en ambos casos, las dejamos pasar. Y esto no significa indiferencia, frialdad o desatención, por el contrario, implica poner atención consciente y hacer el esfuerzo de entender lo que está sucediendo.

El mindfulness nos recomienda que observemos atentamente aquello a lo que nos apegamos y que nos demos cuenta de nuestros propios trucos para no dejarlo pasar. Que identifiquemos y nos centremos en cómo se siente ese apego, mental y físicamente y que nos hagamos expertos en nuestros apegos, cuáles son y cuáles son sus consecuencias en nuestra vida. Y cuando los dejemos ir, observemos también cómo reaccionamos, qué estamos sintiendo y qué consecuencias nos ha traído.

Lo mismo podemos hacer con lo no deseable, observamos lo que estamos sintiendo y si estamos estancados en una lucha contra eso y sus consecuencias. Al despegarnos del sufrimiento exploramos los efectos, nuestros sentimientos y emociones. Y cuando sintamos paz, serenidad y alivio del dolor y de la fatiga de la lucha, contemplamos cuidadosamente esa sensación y la valoramos.

Déjalo ser, míralo, siéntelo, déjalo ir, tu estás en control de tu mente.

CONFIANZA

“Al practicar el mindfulness, estás practicando asumir la responsabilidad de ser tu mismo y de aprender a escuchar y a confiar en ti”. Jon Kabat-Zinn

Confiar conlleva otras dos actitudes implícitas: ser confiable y ser confiado. Para ser una persona confiable debemos empezar por tener confianza en nosotros mismos y esto, a su vez, requiere que nos conozcamos. Y ser confiados no significa ser ingenuos, pero sí requiere de una actitud inicial al abordar a otra persona: no juzgar, no permitirnos prejuicios sobre esa persona. Ernest Hemingway decía que “la mejor manera de averiguar si podías confiar en alguien era confiando en ella”.

El mindfulness nos ayuda a observar nuestros pensamientos, emociones y sentimientos y eso contribuye a que nos conozcamos más objetivamente. Antes de iniciarnos en la práctica del mindfulness funcionamos más en base a la relación estímulo-respuesta; mucho de nuestro comportamiento operaba en el llamado “modo de piloto automático”. Con el mindfulness, nos damos un corto espacio de tiempo antes de responder y en ese espacio de tiempo estamos observando bidireccionalmente: hacia el mundo exterior y hacia nuestro mundo interior. Hacia el mundo exterior con cierto candor y hacia nuestro mundo interior con curiosidad y objetividad.

Al conocernos mejor a nosotros mismos, podemos anticipar los efectos del mundo exterior en nosotros y eso afina nuestros niveles de ser confiados. La intuición nos alerta sobre la autenticidad de las otras personas y nuestra respuesta emocional ante ellas -la sensación de que debemos tener cuidado- contribuye a que seamos cautos. Pero esto solo es posible en la medida en nos conozcamos: ¿Tendemos a tener prejuicios sobre algunas características en las personas?, ¿Cómo reaccionamos ante ciertas actitudes o comentarios?, ¿Qué emociones despiertan en nosotros algunos comportamientos de los demás? Y la mejor manera de conocernos es observarnos objetiva y amablemente.

Ser confiados es dar el beneficio de la duda a los demás; confiar en nosotros mismos, porque nos conocemos, nos hace más confiables.

PACIENCIA

“La actitud mindfulness de la paciencia es una forma de sabiduría” Jon Kabat-Zinn

La paciencia implica nuestra comprensión y aceptación de que las cosas se desenvuelven a su propia velocidad y en su propio tiempo. El amanecer y el crepúsculo tienen su propia velocidad y su propio tiempo, por más que estemos deseosos de que lleguen, llegaran cuando lleguen.

El cultivo del mindfulness en nuestra vida nos enseña, a cada paso, a ser pacientes con nosotros mismos. La primera experiencia que tenemos es cuando haciendo cualquiera de los ejercicios o espacios de meditación nos encontramos con que nuestra mente parece tener vida propia y es propensa a divagar en cualquier momento. Allí el mindfulness nos indica que lo primero que debemos hacer es tener paciencia con nosotros mismos y volver a empezar.

Otra ocasión es cuando nos descubrimos juzgando frecuencia; entendemos la importancia de no juzgar y, sin embargo, lo seguimos haciendo. Aquí también: paciencia. Y esta paciencia se ejercita siempre con una actitud amable con nuestra mente, porque somos reincidentes contumaces y si nos auto juzgamos solo complicamos las cosas.

Lo mismo es aplicable a pensamientos recurrentes que nos generan sentimientos y emociones inconvenientes; con mindfulness aprendemos a identificarlos y a darnos cuenta de los efectos nocivos de esos pensamientos en nuestro bienestar y, sin embargo, a veces nos encontramos rumiando esos mismos pensamientos. La impaciencia nos genera frustración y hasta rabia con nosotros por reincidir con tanta frecuencia, con lo cual se genera una espiral de negatividad contraria a la paz que deseamos y necesitamos.

El mindfulness nos enseña a darnos cuenta de esa tendencia de la mente a deambular por lugares inconvenientes del pasado y del futuro y perderse en esos pensamientos, aunque no siempre sean de ese tipo. Pero el resultado es el mismo, si nuestra mente anda por esos lados no nos deja dedicar nuestra plena atención a lo que tenemos frente a nosotros, en el aquí, ahora. Perdemos información, perdemos oportunidades, nos desconectamos del presente.

La paciencia es una actitud particularmente importante en esas ocasiones en las que la mente nos dirige fuera del presente, porque nos permite practicar la aceptación de esa realidad de la mente, sin censurarla y al no haber juicio no hay lucha, ni inversión de tiempo y energía.

“Ser pacientes es, simplemente, estar abiertos a cada momento, aceptando su plenitud”. Jon Kabat-Zinn

Gerardo Tálamo
Psicólogo, M.Ed., Ph.D.
Tutoría en Mindfulness, Coach Ejecutivo Certificado, C.C.L. Coaching Basado en Mindfulness